miércoles, 22 de septiembre de 2010

CALIDAD de VIDA


LOS NIÑOS y LA CENA


En otro artículo, escrito el mes pasado, dije que uno de los motivos del desorden en las cenas era la omisión de la merienda.

El hábito de omitir la merienda repercute negativamente en la cena porque se llega a ese horario con mucho más hambre.

Este desacierto repercute negativamente en los hábitos alimentarios de los niños, dado que todas las comidas del día conforman el mosaico de una alimentación saludable.

Desde la hora de la comida y hasta la hora de la cena, los niños pasan muchas horas sin comer, lo que causa que lleguen a la hora de la cena con mucha más hambre y coman sin control. O por lo contrario, si no hay una vigilancia de los padres o algún adulto, puede suceder que ante esta situación de hambre, los niños picoteen cosas no muy sanas como masitas, caramelos, pan, chizitos, sin control alguno; lo que es peor, ya que llegaran a la cena sin ganas de comer.

Los padres deben tomar conciencia de estas dos cosas, ya que ambas son negativas para la salud de los niños; y deberían plantearse dar los primeros pasos para la disciplina y perseverancia en una educación alimentaria saludable para sus hijos.

La elaboración de un plan de comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena) coherente con las necesidades energéticas y nutritivas para los niños debe poner límites entre lo que los niños quieren y lo que deben comer.

Dentro de este plan podemos como padres darles el ejemplo a nuestros hijos, y adecuarnos nosotros también, como adultos responsables, a una alimentación saludable y acompañarlos en todas las comidas.

A medida que el tiempo pasa, enderezamos el desequilibrio y los hábitos saludables serán más marcados y se harán costumbre en los niños y en la familia.

El desconocimiento acerca de lo que supone una alimentación saludable y de la cantidad suficiente de alimentos que se necesita tanto para un niño como para un adulto es el principal problema a resolver. Además, la falta de ideas a la hora de proponer platos fáciles pero equilibrados para el día o para los fines de semana, acentúa el desorden alimentario con el que estamos acostumbrados a convivir.

Como en todo los casos la educación vence al desconocimiento sobre todos los temas.

Ante el problema alimentario se puede recurrir a un nutricionista, que analizará la situación alimentaria familiar, los hábitos de vida, los horarios y las particularidades de cada miembro de la familia para plantear en consecuencia un mosaico adecuado para todos ellos.

Este mosaico contemplará la cantidad justa de cada plato para cada miembro de la familia según su edad y necesidades.

No es muy difícil cocinar platos ricos, nutritivos, fáciles y económicos. Todo es cuestión de empezar a educarnos para tener una alimentación saludable.


Fuente:

Dr. Mario Groberman