Ser Voluntario viene a aportarles a las personas un espacio de circulación social que implica el desarrollo de contextos para generar redes afectivas de sostén, proyectos, la puesta en juego de motivaciones individuales, que luego entran en interrelación e intercambio con otras personas; generando de esta forma distintos niveles de participación, de pertenencia y compromiso.
El voluntariado social debe venir de la mano de una propuesta pedagógica que debe organizarse en función de tres aspectos, que se desprenden de considerar que la participación de los voluntarios en una Institución transita y se vehiculiza en el territorio planteado por el concepto de “Itinerario”.
Y es así como distinguimos los siguientes ejes: Itinerario Afectivo; Itinerario Participativo e Itinerario Formativo.
En un contexto social caracterizado por una necesidad creciente de recursos humanos para el trabajo en actividades, cada vez más complejas, relacionadas en asuntos que interesan a la sociedad civil y a la vez carente de recursos económicos para desarrollarlas, un interrogante hace permanente su aparición: ¿Cómo conjugar Necesidades y Carencias?...
Diversas alternativas se ponen en marcha con resultados que no modifican el problema planteado; y muchas de ellas establecen como condición para obtener cambios la obtención de recursos económicos.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos provenientes de diversos sectores, a veces las Instituciones tienen la sensación de que la situación nunca terminará de mejorar y que muchas veces parece empeorar.
La formula: “Carencia económica + Carencia humana = Más de lo mismo” muchas veces hace bajar la guardia a las personas que intentan desde el voluntariado cambiar parte de la realidad cotidiana.
Frente a esta realidad, las Organizaciones de la Sociedad Civil buscan dar respuesta a estos problemas desde el voluntariado.
El voluntariado social es en sí un compromiso responsable para trabajar en actividades a través de las cuales las personas expresan su solidaridad. Además recuperan la creencia en el potencial del ser humano, en su capacidad de hacer aún sin recursos, en su capacidad de asumir el desafío de luchar contra las carencias y no negarlas, en la posibilidad que tienen de adecuarse a la realidad y nutrirse de ella para cambiarla.
El voluntario para realizar una determinada actividad, o formar parte de un grupo, entrar a colaborar en una Institución, etc. necesita de una fuerza interior que lo lleve a realizar acciones en beneficio de la comunidad. Necesita una motivación (necesidad, ganas, etc.) que lo lleve a actuar.
Si sentís que esa motivación está dentro tuyo debes saber que en Argentina, el voluntariado está regulado por la Ley Nº 25.855 de “Voluntariado Social”, que establece los derechos y las obligaciones para aquellas personas que desean ser voluntarios dentro de una Entidad sin fines de lucro. Y además tener en cuenta que un voluntario transita, inevitablemente por el terreno de la participación. El sólo hecho de involucrarnos con otras personas y proyectar acciones conjuntas genera una dinámica de interacciones compuestas por distintos niveles de: participación, permanencia y compromiso.
El voluntariado social debe venir de la mano de una propuesta pedagógica que debe organizarse en función de tres aspectos, que se desprenden de considerar que la participación de los voluntarios en una Institución transita y se vehiculiza en el territorio planteado por el concepto de “Itinerario”.
Y es así como distinguimos los siguientes ejes: Itinerario Afectivo; Itinerario Participativo e Itinerario Formativo.
En un contexto social caracterizado por una necesidad creciente de recursos humanos para el trabajo en actividades, cada vez más complejas, relacionadas en asuntos que interesan a la sociedad civil y a la vez carente de recursos económicos para desarrollarlas, un interrogante hace permanente su aparición: ¿Cómo conjugar Necesidades y Carencias?...
Diversas alternativas se ponen en marcha con resultados que no modifican el problema planteado; y muchas de ellas establecen como condición para obtener cambios la obtención de recursos económicos.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos provenientes de diversos sectores, a veces las Instituciones tienen la sensación de que la situación nunca terminará de mejorar y que muchas veces parece empeorar.
La formula: “Carencia económica + Carencia humana = Más de lo mismo” muchas veces hace bajar la guardia a las personas que intentan desde el voluntariado cambiar parte de la realidad cotidiana.
Frente a esta realidad, las Organizaciones de la Sociedad Civil buscan dar respuesta a estos problemas desde el voluntariado.
El voluntariado social es en sí un compromiso responsable para trabajar en actividades a través de las cuales las personas expresan su solidaridad. Además recuperan la creencia en el potencial del ser humano, en su capacidad de hacer aún sin recursos, en su capacidad de asumir el desafío de luchar contra las carencias y no negarlas, en la posibilidad que tienen de adecuarse a la realidad y nutrirse de ella para cambiarla.
El voluntario para realizar una determinada actividad, o formar parte de un grupo, entrar a colaborar en una Institución, etc. necesita de una fuerza interior que lo lleve a realizar acciones en beneficio de la comunidad. Necesita una motivación (necesidad, ganas, etc.) que lo lleve a actuar.
Si sentís que esa motivación está dentro tuyo debes saber que en Argentina, el voluntariado está regulado por la Ley Nº 25.855 de “Voluntariado Social”, que establece los derechos y las obligaciones para aquellas personas que desean ser voluntarios dentro de una Entidad sin fines de lucro. Y además tener en cuenta que un voluntario transita, inevitablemente por el terreno de la participación. El sólo hecho de involucrarnos con otras personas y proyectar acciones conjuntas genera una dinámica de interacciones compuestas por distintos niveles de: participación, permanencia y compromiso.
Fuente:
Fundación Juan Gastón Vignes