miércoles, 22 de septiembre de 2010

OPINIÓN

DERECHO UNIVERSAL

Cuando un beneficio social es calificado de “universal”, como lo es el caso de la asignación familiar por hijo otorgada por el Gobierno Nacional, y no es en la práctica para todos; representa una gran frustración para la comunidad.
Es una lástima que habiéndose presentado en su momento muchos proyectos similares al aprobado (presentados por distintos partidos políticos, ONG, organizaciones sindicales y hasta la Iglesia Católica) este beneficio comience hoy a ser selectivo con respecto a chicos humildes que por diferentes razones asisten a un colegio particular.
Cuando un beneficio universal comienza a ser selectivo, esta selectividad comienza a teñirse de algún modo de “clientelismo político” o más bien de asistencialismo.
Por supuesto que nadie que quiera el bienestar social de los argentinos, en particular de los 5.000.000 de niños en situación de pobreza y con sus necesidades básicas insatisfechas, pueden estar en contra de esta asignación familiar.
Lo que no se entiende es porque no se han aprovechado mejor toda aquella información requerida a su momento, en vez de provocar ahora esa sensación de exclusión, tan amargamente vivida en nuestro país desde fines del siglo pasado, por millones de argentinos.
Esta asignación universal no debe levantar nuevas barreras de desigualdad social. Debemos pensar que hasta hoy un gran número de chicos están indocumentados, y para ellos esta asignación no existe. Ni hablar del arduo proceso que tuvieron que pasar los que estaban en el Plan Jefes y Jefas de Hogar.
Tenemos la esperanza que esta asignación, a corto plazo, y sorteando los inconvenientes que han aparecido ahora, vuelva a ser universal; y que la sombra del asistencialismo o clientelismo político no sea nada más que eso: “una sombra”.
Los niños y adolescentes de la Argentina deben ser todos iguales ante la ley, independientemente de la situación socioeconómica de la que gocen o no sus padres.

Fuente:
Generación 21 (ONG)