lunes, 23 de agosto de 2010

EDUCACIÓN

BIENESTAR SOCIAL

Como hemos visto y la historia así lo describe, las crisis económicas se suman décadas tras décadas en el mundo, dando lugar a la expulsión de los trabajadores del mercado laboral.
A través del tiempo las crisis siempre han puesto en evidencia una fractura muy marcada entre las necesidades de la población afectada y las posibilidades de respuestas adecuadas y oportunas por parte del Estado.
Las personas que son expulsadas del sistema laboral tienen por lo general un oficio, y no encuentra un lugar donde desarrollar su aptitud laboral (artesanos, carpinteros, imprenteros, modistas, herreros, soldadores, diseñadores de moda, pintores, logotipistas, y otros).
Si partimos del supuesto que “bienestar social” es un bien compuesto. Para su producción, cualquier comunidad de la sociedad civil debe destinar una parte de sus recursos productivos. Cuanto más rico es el país y mayor es la capacidad productiva, mayor va a ser el monto de recursos productivos destinados a la producción de este “bienestar social”. Desde el lado de la demanda, el demandante debe querer y poder pagar un precio en forma de dinero.
Vamos a suponer que “bienestar social” es un bien normal, es decir, cuando mayor sea el nivel de riqueza del país, mayor será el nivel de demanda de este bien. Los niveles de crecimiento positivo de demanda de “bienestar social” tendrán relación directa al total del Producto Bruto Interno (PBI).
Supongamos que la oferta se considere desde tres formas distintas de expresión: el mercado, el estado y el tercer sector.
En el caso de considerar a las Organizaciones de la Sociedad Civil como una unidad productora de “bienestar social”, los demandantes de esta oferta serán fundamentalmente individuos de la sociedad civil carecientes de este bien.
En el caso de que la producción de “bienestar social” se situara en el extremo opuesto, es decir en el Mercado, la ciudadanía demandante de esta oferta sería el sector de la sociedad civil no careciente.
En el supuesto de que el “bienestar social” se produjera a través del Estado, la pregunta sería: ¿Cuál de los extremos ya mencionados se apropiaría de la oferta?
Lo ideal estaría marcado en el diseño de un programa de emprendimientos productivos que se inicie de una alianza estratégica entre el Estado y el Tercer Sector para la producción del “bienestar social”, utilizando diferentes metodologías y mejorando programas sociales ya existentes en la oferta social del Estado.
Este programa debería consistir en una Empresa social como instrumento de creación de empleo en el ámbito de la exclusión social, que tiene como célula madre a la “Empresa familiar”.
Las diferentes empresas familiares forman un racimo productivo, donde un tutor asiste al racimo sosteniendo la red productiva. Dentro de esta red productiva se genera una “idea positiva” de cambio cultural a partir de la “Cultura del Trabajo”, incorporando a la célula madre un “discapacitado social” (personas con oficios, pero desocupados).
Los diferentes racimos constituyen un “conjunto universal de trabajo productivo” que será puesto en el mercado de consumo previo análisis y adecuados estudios del mismo mercado, efectuado por un “Centro de Iniciativas” (CI).

En esta alianza estratégica para la producción del “bienestar social”, el Estado debe cumplir su rol de “coordinador” y dentro de este cambio cultural, la política de economía social para destrabar el aparato productivo nacional (Estático) debe ser continua en materia de recursos directos, obligándose el Estado a garantizar el cumplimiento del artículo 14 bis de la Constitución Nacional en favor de la ciudadanía careciente, mejorando la utilización de programas existentes, partiendo de una visión positiva de futuro, misión clara, Fe, y una escala de valores adecuadas.
Así, este programa cubriría las necesidades de los emprendedores aislados que teniendo un oficio están fuera del circuito económico formal y no son contenidos por las ofertas actuales.
Los emprendimientos productivos formarían el marco lógico de una serie de emprendimientos testigos de alto impacto, acotados en número, pero que sintetizarían la idea fuerza positiva de la empresa social.
Estos emprendimientos productivos, fortalecidos por un Centro de Iniciativas a través del aporte económico, logran tener “viabilidad económica y social” a través del seguimiento, capacitación y cambio cultural; para que los discapacitados sociales logren pensar en forma asociativa, no sólo al incorporarse a la célula madre, sino también una vez integrados al racimo productivo.
La formación de los distintos racimos que forman el conjunto universal de trabajo productivo, lo conformarían las personas que han sido expulsadas del mercado laboral.
El sueño debe ser lograr que esta gente vuelva a creer y recupere su sueño, se anime a incorporarse a una nueva visión positiva de futuro sabiendo que asociadamente y como célula productiva de todo un conjunto o de todo un cuerpo económico puede lograrlo con la premisa de que estamos en una empresa solidaria (Empresa Social) donde el reparto y el respeto es igualitario entre sus miembros y que los racimos productivos forman en su suma una Empresa Social más importante donde el Ser Humano es el principal capital en esta nueva "ética” de economía social y de “justicia social”.
No hablamos entonces de “Recursos Humanos” sino de “Manos con Recursos” innatos y adquiridos, con capacidad de desarrollar otros; generando así un continuo bienestar social.

Fuente:
Daniel Berón
Generación 21 (ONG)